Entrevista: Itziar Azpiazu Garcia / Ayuntamiento de Bilbao

EDUCAR Y CRECER EN FAMILIA

Itziar Azpiazu García es Psicóloga Sanitaria y especialista en Separaciones y Divorcios. Ejerce como psicóloga y es la responsable del programa de atención psicológica infantil de Abipase (Asociación bizkaina para el apoyo integral a las familias en crisis).

1. En primer lugar, para clarificar el propio concepto de autoestima en niños, niñas y adolescentes ¿Cuáles son los componentes básicos que la conforman?
La autoestima es la manera en que la persona se valora a sí misma. Aunque el concepto es el mismo para personas adultas, niños, niñas y adolescentes, sí encontramos una diferencia: en los/as menores la autoestima está en periodo de construcción.

La imagen que una persona tiene de sí misma no es algo heredado sino construido y, esa construcción se genera a lo largo de la infancia en base a las figuras de referencia. Los padres y/o madres son el espejo a través del que el/la menor se va viendo reflejado/a y va construyendo su propia identidad. Por eso, es fundamental que las madres y/o padres tengan una buena autoestima y ayuden a sus hijos e hijas a forjar una imagen positiva de sí mismos/as.

La autoestima tiene los siguientes componentes:

Componente cognitivo: Está conformado por el conjunto de percepciones, creencias, ideas, opiniones e información que la/el menor tiene de sí misma/o. Tanto la autoimagen como el autoconcepto entrarían dentro de este apartado. Sería, por así decirlo, la “mente” de la autoestima. En este sentido, es importante ver al niño o niña tal cual es y, ayudarle a mirarse de forma amorosa.

Componente afectivo: Es el componente emocional y sentimental de la autoestima. El valor que se atribuye el/la menor y el grado en el que se acepta a sí mismo/a. Sería, el “corazón” de la autoestima. La base en la que se sustenta es el amor que procesan las madres y/o padres por su hijo o hija. Para que la niña o niño se quiera, ha de sentirse querida/o de forma incondicional.

Componente conductual: Está conformado por el conjunto de habilidades y competencias que posee el niño o la niña para demostrar su actitud al exterior. Acciones que lleva a cabo en busca de consideración, reconocimiento y respeto por parte de sí mismo y de los demás. Sería, el “cuerpo” de la autoestima.

2. Teniendo en cuenta lo anteriormente señalado: ¿Cómo perciben los y las menores la realidad en el momento de la separación?
Los y las menores perciben una realidad muy similar a la que perciben sus madres y/o padres. Como señalaba anteriormente, la autoestima la construyen a través de sus figuras de referencia pero, no sólo esto, sino que construyen toda su realidad a través de sus referentes. Por lo que, si las madres y/o padres viven la separación como un hecho catastrófico del que jamás se recuperarán, los niños y las niñas lo vivirán del mismo modo.

Sí es cierto que, aunque la realidad es percibida de forma diferente por cada menor, suelen culparse de la situación. Los niños y las niñas tienden a distorsionar la realidad y verse a sí mismos/as como la causa de la separación. Una percepción lógica, si tenemos en cuenta su natural forma egocéntrica de ver el mundo. Cuanto más jóvenes son mayor es su egocentrismo y la probabilidad de que se sientan culpables. De la misma manera que si presenciaron muchas disputas por su crianza es más probable que se sientan culpables.

También podemos encontrar una correlación clara entre autoestima y la forma de percibir la separación. Los menores con una baja autoestima, tienden a vivir el cambio de una forma mucho más negativa y a culparse mucho más por la separación. En cambio, los menores con alta autoestima viven la situación de forma más positiva.

Los niños y las niñas se suelen dar cuenta de que las cosas no marchan bien, y es importante darles la noticia de la separación cuanto antes y de la mejor manera posible. Recuerda que, de cómo vivas tú la situación dependerá de cómo la vivan tus hijos e hijas. Procura mantener un equilibrio emocional, permitir a tus hijos e hijas que se desahoguen y hagan las preguntas que necesiten. Presta atención y cuida su autoestima.

3. Qué señales, qué actitudes, qué comportamientos pueden detectar familias y/o incluso profesorado cuando un niño, niña o adolescente desarrolla una baja autoestima, tanto asociado a procesos de separación como en otros casos
El abanico de comportamiento y actitudes que pueden mostrar los niños y niñas con una baja autoestima es muy amplio, pero, podría dividirse en dos grandes grupos: un primer grupo conformado por aquellos que intentan esconder su baja autoestima proyectando sus defectos y frustración sobre los demás. Y un segundo grupo que encarna la baja autoestima.

Los niños, niñas y adolescentes que proyectan su baja autoestima hacia afuera, suelen tener este tipo de comportamientos: crítica a los demás, desprecios y discusiones. Ven el mundo tal y como se ven a ellos mismos y lo tratan tal y como se tratan. Los sentimientos que predominan son ira, celos, envidia y desconfianza.

Los comportamientos abusivos reiterados hacia otros compañeros o hermanos/as pueden estar escondiendo un niño o niña con baja autoestima. Sobre todo, si el niño o la niña tiende a busca una víctima más joven, con menos fuerza o menor tamaño. Esto nos hablaría de una necesidad del niño o la niña de tener el poder y autoafirmarse.

Los niños, niñas y adolescentes que encarnan su baja autoestima suelen ser las víctimas de aquellos que intenta esconderla. Muestran dificultad a la hora de poner límites, mostrar sus opiniones y deseos y confrontar. Piensan que las demás personas son muchos más valiosas y capaces. Los sentimientos que predominan son miedo, indefensión y dependencia.

Por todo ello, siempre que haya una situación abusiva tendremos que explorar la autoestima tanto de quién ejerce el acoso como de quién lo sufre.

Otros síntomas de la baja autoestima son el perfeccionismo extremo, la intolerancia al fracaso, la hipersensibilidad a las críticas, la necesidad constante de atención y reconocimiento y la dependencia excesiva de la opinión de los demás.

Algunas señales de baja autoestima pueden ser el fracaso escolar, los problemas de adaptación en el aula, los problemas de socialización, el abuso de sustancias, los problemas de alimentación y las conductas de riesgo.

4. ¿Sobre qué estrategias básicas deben trabajar padres y/o madres en los procesos de separación para cuidar la autoestima de sus hijos e hijas?
Ante todo, los hijos e hijas han de sentirse queridos incondicionalmente. Se tienen que sentir amados por sus madres y/o padres y sentirse libres de poder querer de igual manera a ambos. Por ello, es importante mandarles el mensaje de que, aunque sus padres y/o madres no van a seguir siendo pareja, van a seguir teniendo una familia y, van a ser igualmente queridos y cuidados.

En este sentido hay que evitar exponer al menor al conflicto de las personas adultas. No se les debe dar detalles de los motivos de la separación, hay que evitar criticar a la “otra parte”, mostrar desprecio hacia él o ella o desautorizarle. Manipular al menor, de forma consciente o inconsciente, en contra de su madre o padre daña terriblemente su autoestima. Criticar a sus figuras de referencia es como criticarles a ellos y ellas y, hace que se sientan queridos/as con condiciones. Mensajes implícitos del tipo “Te quiero si no quieres a tu ama” o “Te quiero si no quieres a aita” son absolutamente devastadores.

Hay que evitar a toda costa que sufran un conflicto de lealtades. Por ello, no se les debe hacer elegir entre sus madres y/o padres. Decisiones del tipo “con quién vivir” pertenecen únicamente a las personas adultas.

También ha de cuidarse la forma en la que se da la noticia de la separación. Algunas de las pautas a tener en cuenta a la hora de comunicarles la decisión son: contarlo de forma conjunta, dar el mismo mensaje, no darles detalles que tan sólo pertenecen a la pareja y no tienen edad de entender, usar un lenguaje adaptado a su edad, explicarles cómo os organizaréis a partir de ahora y transmitirles calma y seguridad.

Las madres y/o padres han de mostrarse disponibles emocionalmente para sus hijos e hijas. Responder a las preguntas que necesiten y permitirles expresar sus emociones. Legitimar todo aquello que sienten y estar atentos/as a posibles sentimientos de culpa o fantasías de reconciliación.

Otro aspecto a tener en cuenta es el bienestar emocional de las propias madres y/o padres. Es clave que ellos y/o ellas estén bien emocionalmente para dar seguridad a sus hijos e hijas. Cuando una madre y/o padre no está bien, los hijos o hijas sienten mucha angustia y pueden llegar a ocupar un lugar que no les pertenece como el de confidente o cuidador. Algo muy común en situaciones de separación o divorcio que muestra de forma gráfica un desplazamiento de los roles familiares es cuando los hijos o hijas vuelven a dormir con sus madres y/o padres, cuando ya dormían de forma autónoma en sus habitaciones. De este modo, el niño o la niña pasa a ocupar el lugar de la madre o padre ausente. No pasa nada si esto ocurre puntualmente pero sí, si se convierte en un hábito.

En resumen, las estrategias básicas a llevar a cabo por madres y/o padres en una situación de separación son: mantener a los hijos e hijas fuera del conflicto, intentar mantener una buena comunicación en lo que refiere a la crianza, apoyar emocionalmente a sus hijos e hijas y trabajarse emocionalmente.

5. Generalmente, las familias en proceso de separación no acuden al especialista porque crean que su hijo o hija tiene una baja autoestima, entonces ¿cuál es el motivo principal que les hace llevar a sus hijos e hijas al especialista?
Si, así es. El motivo de consulta no suele ser la detección de una baja autoestima en su hijo o hija. Normalmente vienen a la consulta porque se sienten preocupados/as de que la separación pueda estar afectándoles de una forma negativa y necesitan la opinión de una especialista. Muchas veces acuden con sintomatología leve, propia y natural de un proceso de separación, el cual, implica cambio y adaptación. En estas situaciones es más una labor de tranquilizar a las madres y/o padres que intervenir con el/la menor.

Otras veces vienen a la consulta con una sintomatología más grave que hace necesaria la intervención psicológica con el niño, la niña o adolescente y la intervención psicopedagógica con la familia. Los síntomas varían mucho dependiendo de la edad del hijo o la hija. Pueden ir desde desaprender hábitos adquiridos, como ir de forma autónoma al servicio, andar o hablar, hasta problemas de comportamiento con figuras de autoridad.

Los principales motivos por los que suelen llevar a sus hijos o hijas al especialista tienden a ser de carácter emocional o comportamental. Porque les ven tristes, porque hay un descenso en sus calificaciones, por peleas con alumnado, etc. Otras veces son los propios niños y niñas los que piden ir a terapia, sobre todo en la adolescencia. Si esto sucede, hay que dar al menor la ayuda que está solicitando, más allá de que aparentemente este mostrando o no sintomatología.

No hay que olvidar que una separación o divorcio es un gran cambio para los niños y las niñas pero, no tiene por qué ser un hecho traumático. Dependerá en gran medida de cómo lo gestionen las personas adultas. Las madres y/o padres han de prestar atención a la evolución de sus hijas o hijos. Es normal que al principio muestren ciertas dificultades de adaptación y no hay que sobredimensionar el problema. Es lógico que manifiesten tristeza, enfado, que les cueste asimilar la noticia y que bajen un poco las notas. Esto es completamente normal. Sólo si se prolonga en el tiempo o las manifestaciones de desadaptación son graves es necesario recurrir a terapia.

6. ¿Cómo se trabaja con los niños, niñas, adolescentes y las familias en los casos de detectar una baja autoestima?
El trabajo con las familias es fundamental porque la mayoría de las veces esta baja autoestima está sustentada en la propia familia. Por ejemplo, si se está manipulando al menor consciente o inconscientemente, si se le está metiendo dentro del conflicto, si una de las figuras de referencia tiene una visión negativa sobre hijo o hija o si las madres y/o padres tienen una mala autoestima.

En este sentido, la labor psicopedagógica es clave. Se anima a las madres y/o padres a dedicarles tiempo de calidad, ponerles límites, darles responsabilidades, reforzarles por sus esfuerzos más allá de alcanzar o no el objetivo, reconocer sus logros, aceptarles tal y como son, fomentar su autonomía, reconocer sus grandezas sin exagerarlas, validar sus emociones, darles responsabilidades, mostrarles afecto, no etiquetarles, juzgarles ni compararles, permitirles tomar sus propias decisiones y respetarlas, etc.

Si se trata de un/a menor en situación de separación o divorcio se analiza cómo la situación puede estar afectando a su autoestima y se le dan recursos para manejar dicha situación. También puede que a nivel familiar se esté promoviendo una buena autoestima y el problema venga de otra área. Por ello, además de abordar el ámbito familiar, se analiza el ámbito de la escuela y las amistades. La forma de abordar la autoestima en las sesiones varía mucho dependiendo de la edad y de las características del niño, la niña o adolescente. Normalmente se trabaja su autoimagen, su autovaloración y su autoconcepto a través del juego, el dibujo y el diálogo.

Por último, señalar que “además del trabajo directo” el simple hecho de acudir a terapia suele ayudarles a mejorar su autoestima. Ya que es un espacio y tiempo exclusivo para ellos, en el que no se sienten juzgados ni valorados y en el que se sienten vistos, escuchados y aceptados/as tal como son.

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